22 de desembre del 2015

UNA TRAGEDIA GRIEGA EN EL SIGLO XXI

Laura Monge
Janira Porras
Alba Quiñonez
Solange Richard
1r Batxillerat

El pasado domingo 6 de diciembre varios alumnos de Bachillerato del Vázquez Montalbán fuimos al Teatre Lliure de Montjuic a ver una de las grandes tragedias griegas: Edipo rey, dirigida por Alberto Sanzol.

La obra explica la investigación que lleva a cabo Edipo, rey de Tebas, para averiguar quién asesinó al anterior monarca (Layo). Solo cuando lo adivine podrá liberar a la ciudad de una epidemia de peste. Finalmente, descubre que el asesino fue él mismo, que Layo, además, era su padre y, por tanto, al casarse con la viuda (Yocasta), se ha casado y tenido hijos con su propia madre.

La versión que vimos llama la atención por lo fiel que es al texto (que habíamos leído detenidamente en clase) y por la opción del director de hacer un montaje bastante estático: cinco actores (la mayoría hace más de un papel) sentados en una mesa justo después de comer, mirando al público mientras dicen el texto. También se ha optado por renunciar al vestuario clásico en las tragedias griegas.

La puesta en escena a algunos nos parece muy acertada, porque al no haber decorados ni vestuarios extravagantes, toda la atención se centra en la actuación de los actores, la cual es excelente y emocionante. Disfrutamos muchísimo de las subidas y bajadas de volumen, del juego de luces cuando hablaba el coro, y de la originalidad de todo el montaje.

Sin embargo, para algunos la concentración de papeles en solo cinco actores puede dificultar la comprensión si no se había leído antes la obra, ya que puede costar distinguirlos: apenas se mueven por el escenario ni tienen ningún rasgo que los diferencie, casi ni la entonación al hablar, por muy bien que los actores los representaran.

Justamente, esta opción interpretativa (la austeridad y, hasta cierto punto, frialdad), que marca una línea entre la tragedia y el drama, es lo que a algunos de nosotros menos nos gustó, pues hubiéramos preferido sentir algo más la intensidad de las emociones de los personajes, escenas más dinámicas, con movimientos más externos que internos.

Pero no se trata de una producción comercial, sino de una tragedia clásica con un enfoque modernizado. Una obra para embobarte con la expresividad de los diálogos, con la credibilidad de los apartes, para dejarte llevar por la tensión de cada pequeña pausa. En resumen, una obra de actores.

La salida al teatro ha sido una experiencia genial para los que nunca habíamos presenciado una obra teatral. Estamos deseando repetir la experiencia en enero con El rey Lear, de Shakespeare, un montaje que parece que será muy diferente.

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