Laura Monge
2n A ESO
Me desperté y estaba en un universo paralelo, que ni conocía en sueños, nunca había visto un cielo como aquel; era color lavanda, pero, lo más curioso, es que aunque estábamos en pleno día lucía un estrellado extraordinario; quitando el precioso cielo lo demás era un paisaje desolador, los árboles eran inmensos y estaban secos, y la hierba estaba marchita. Reinaba la tranquilidad, ya que no había viviendas ni nada que indicara señales de vida.
Estaba confusa, no paraba de preguntarme ¿Cómo había llegado allí, era un sueño o quizás era una realidad, podía ser que me encontrara sola en medio de esa deprimente escena?
Noté una presencia a mi lado pero no veía nada, por un momento pensé que eran imaginaciones mías; de repente, vi como en el suelo se marcaban unas huellas diminutas; seguí el rastro y me llevó a un tronco hueco. En el tronco había un escrito que decía: "En momentos difíciles recuerda todas las rarezas del universo"
Me asomé y eché un vistazo al agujero; no podía creer que no tuviera fondo. Así lo único que se podía apreciar era un vacío infinito.
Una fuerza me empujó, pero era tan débil que no consiguió que cayera y consideré que ningún sitio podía ser peor del que había fuera, así que me dejé caer por mi propia voluntad.
Caí en lo que parecía una habitación oscura, no se distinguían las paredes del suelo, no había nada , ni ventanas ni puertas... , pero no muy lejos de donde estaba situada, una luz empezó a parpadear; era una luz cegadora, tenía forma de rayo, y era de color melancolía; no os sabría describir ese color, ya que supongo que para cada persona es distinto , cada ser humano siente melancolía por cosas diferentes, pero yo veía la luz de un color azulado brillante, como el color del mar.
La luz paró de parpadear y se apagó dejando una carta en su lugar; me apresuré a abrirla, y en su interior había una nota que decía: "me arrepiento de no haberme despedido de ti".
Tras leer aquella nota presentí que estaba soñando, cerré fuerte los ojos y los volví a abrir, pero no podía huir de aquel sueño; volví a sentir la presencia, pero aquella vez sabía que había algo delante de mí, pero la oscuridad me impedía verlo. Inesperadamente otra luz se encendió, dando paso a una picara melodía acompañada de una letra que decía así: "vuelve a salir, que te sorprenderá lo que verás, piensa en lo que deseas más en estos momentos..."
Mi deseo más preciado era sin duda volver a ver el mar, no solo el mar, sino todo lo que me rodeaba; quizás no lo he mencionado, pero no hace mucho perdí la vista; yo vivía cerca del mar y cada noche iba a visitarlo. Lo que más me gustaba era observar ese color azulado que le daba el cielo, esas onduladas olas, era todo un acontecimiento.
Volviendo al tema, debía salir, el problema es que no sabía cómo hacerlo y recordé lo que ponía en el grabado del tronco: "En momentos difíciles recuerda todas las rarezas del universo". Durante unos segundos no supe qué pensar, pero luego reflexioné; aquí todo era diferente, estrellas en pleno día, un hermosos cielo que contrastaba con un clima árido. Lo más seguro era que la solución de salir de aquel antro sería pensar en lo contrario de lo normal, es decir, en vez de salir por una puerta se saldría por una ventana. Me parecía extraño que la solución fuera tan evidente pero sin saber cómo apareció una ventana: no estaba sujeta a nada, simplemente flotaba, no sabía la distancia que había de allí a un posible suelo o si me conduciría a algún lado, así que me armé de valor, y la atravesé.
Al atravesarla, ¡no me lo podía imaginar! Era el mar efectivamente lo podía ver, pero no era así como sueles verlo en sueños; lo podía sentir, incluso lo podía oler, cuando tocaba el agua; sentía cómo se me humedecía la mano, nunca pensé que volvería a ver el mar de aquella manera.
Finalmente me desperté, sí había sido un sueño pero en toda mi vida no había tenido un sueño igual. Desde que tuve ese sueño una vez a la semana voy a la playa; me siento en la arena e intento dormirme, porque sé que el azul ya no volverá a ser más mi color melancolía.
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