15 d’abril del 2011

UN VIAJE AL MÁS ALLÁ


Andrea de la Torre
2n ESO

Me acuerdo muy bien aquel día. Era el 28 de Diciembre del 2004. Iba yo sola por calle de la avenida dirigiéndome para la pastelería para comprar unos polvorones. La calle estaba desierta. Solo estaba yo y cuatros gatos solitarios que se dirigían al bar para emborracharse y así pasaban el tiempo. Entré a la pastelería, mientras me despachaba la pastelera iba entrando en calor con el funcionamiento de las máquinas, la estufa, etc.  Me dio lo que había pedido y el cambio. Salí de allí mentalizándome de aquel horrible frío. Estaba andando a paso ligero sin levantar la cabeza, entretenida mirando la nieve  y pensando qué sentido tenía la Navidad y por qué no la apreciaba,  cuando vi de reojo una espléndida luz que llamaba mi atención. Levanté la cabeza y me quedé desconcertada y a la vez sorprendida de lo que estaba viendo. En la pared había un círculo con una profundidad indefinida de colores, azul, rojo, etc. Cada vez que me iba acercando tenía mayor curiosidad hacía aquel objeto. Hubo un momento que me detuve y me puse a pensar.
- ¿Y sí me lo estoy imaginado?- pero no fue así. Me incliné un poco y asomé la cabeza. De golpe sentí como alguien me empujaba y caí en aquel extraño túnel. De repente aparecí en un lugar, parecía una aldea, era un aldea pero sin alegría, sin vida. Era todo oscuro, el cielo nublado, los árboles sin hojas y quemados, etc. Observé en aquel espacio, en aquel sitio tan melancólico una taberna en cuyo lugar se encontraban unas personas. De repente sentí un cierto consuelo al ver aquellas personas, no eran normales, estaban todos tristes, unos llorando, otros solo veían una solución que era emborracharse. Iban todos vestidos de negro, concordaban con el paisaje. No me lo pensé dos veces y decidí ir e intentar buscar una respuesta de lo que me había sucedido. Me acerqué a un mendigo que estaba sentado a la entrada de la taberna y le pregunté:
-     ¿Perdone, me puede decir dónde estoy y qué hago aquí?
-     Estás dentro de tus sentimientos- dijo aquel hombre con aquel olor a whisky.
-     Déjelo, se lo preguntaré a otra persona que no haya bebido tanto como usted-  le contesté sin pensarlo. -     Mira, este mundo es tan oscuro, es tan melancólico, es tan triste, tan afligido porque el sentimiento que tienes hacia la Navidad es este.
-     Es qué yo no creo en la Navidad, lo encuentro un engaño hacia los más pequeños, los reyes magos, etc. Yo solo lo que más deseo en este momento es salir de aquí.- confirmé.
-     Entonces debes encontrar la felicidad, la alegría de la Navidad.

Tuve que pasar unas series de aventuras. Todas me hicieron aprender algo. En cada una de las aventuras tenía un sentimiento diferente algunas, tristeza, alegría, consuelo, desesperación,… No tenía ningún objetivo, no sabía dónde iba. Cada minuto, cada hora, cada día, cada mes incluso cada año añoraba a mis padres, a mi ciudad, a la nieve incluso ya añoraba la Navidad, los regalos, etc. Tenía los pies hechos polvos de andar, tenía que ir descalza porque no tenía zapatos, tenía frío, un dolor permanente en la espalda de dormir en el suelo. Todas las horas el cielo estaba nublado y era de noche. Cuando aparentaba que era de día solo sabía andar y llorar y por la noche caerme al suelo del cansancio. Un día, cuándo me desperté estaba en un prado todo de un color verde de la hierba fresca, con flores, con la espléndida luz del sol. Creía que era un sueño, me comencé a pegarme en la cara para espabilarme. Empecé a correr con una energía que no sabía de dónde había salido y con una sonrisa que no me salía desde hacía mucho tiempo. De golpe se comenzó a mover el suelo, el prado, parecía un terremoto. Se puso ante mí una enorme nube gris, que poco a poco iba cogiendo forma de la cara del méndigo con en el qué había ablando hace tiempo, al llegar. Éste me dijo:
-     Todas las cosas buenas tienen un premio, y las cosas malas un castigo. Y tú has hecho de una cosa mala una de buena, has pasado de no creer en la Navidad a creerla y de tener sentimientos entristecedores a tener sentimientos confortables. Así, que tu premio es irte con tu familia.- dijo.
Después que el hombre dijera esto se hizo una grieta donde yo pisaba y se comenzaba a ver ese túnel del tiempo. Me caí en aquel conducto. Aparecí de nuevo en la avenida. Comencé a saltar y a saltar. Decidí ir corriendo hacía mi casa para ver a mi familia, abrí la puerta del bloque, subí las escaleras, abrí la puerta de mi casa  y entre corriendo diciendo:
-     Ya estoy aquí, ya estoy aquí.-
Cuando vino mi madre de la cocina, con el delantal puesto y me dijo:
-     ¿Ya has vuelto de comprar los polvorones? ¡Si que has venido rápido!-   Me quedé perpleja, sin saber que decir, pero lo comprendí en seguida, aquí en mi casa no había pasado el tiempo. Yo dije:
-     Sí mamá, ya estoy aquí. Decidí que no le contaría a nadie lo que me había pasado. Y, finalmente, aquella Navidad fue la Navidad más mágica de mi vida.

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