13 de juny del 2010

CARTAS DE LILLY Y ANTON

Georgina Cercós Arnalda

1r Batxillerat


Ya estábamos muy cansadas de caminar por todo Oslo, pero tampoco íbamos a tirarnos toda la tarde metidas en el hotel Anker, así que decidimos ir a dar un paseo por la calle Storgata para aprovechar la tarde.

Íbamos caminando y de repente vimos una tienda de antigüedades así que decidimos entrar allí. A Nora le encantan las tiendas de antigüedades. Era un lugar muy especial esa tienda, no sabría decirte por qué pero era un lugar mágico para nosotras.  Los señores que la llevaban eran muy simpáticos con nosotras. Empezamos a ver fotografías antiguas y después cartas de 1940-1946. No paramos de buscar cartas con muchas hojas dentro de los sobres, cuanto más amarillo estaba el papel de la carta, más nos gustaba. Estuvimos como 2 horas en la tienda sin parar de ver cartas, al final compramos unas 5 cartas por 30 coronas.

Nora y yo estábamos muy emocionadas con esas cartas y cuando llegamos al hotel lo único que queríamos era enseñarlas a nuestros amigos e intentar descifrarlas ya que estaban en inglés pero la caligrafía era muy complicada.


Nos costó un poco pero finalmente entendimos algo de ellas, nos dimos cuenta de que algunas cartas tenían la misma dirección e iban destinadas a una tal Lilly Holden que vivía en Bristol, Inglaterra. Las cartas estaban escritas por un tal Anton Kolgman que vivía aquí en Oslo. Hablaban del verano de 1942, que habían pasado juntos en un pueblo de Moss al lado de Oslo. Eran unas cartas muy bonitas, Anton siempre le decía cuanto la quería y que en esos momentos no podían verse por la guerra, pero que algún día estarían juntos.

A Nora y a mí se nos partió el corazón al leer esas cartas, nos intrigaba todo lo relacionado con esas dos personas y durante esa semana, no paramos de leerlas hasta que decidimos ir a la tienda para ver si había más cartas. Encontramos unas cartas de Lilly para Anton. Ella le decía que aquí en Bristol la cosa no iba tan mal, que lo peor creía que ya había pasado, que ahora lo que tenían que hacer era esperar. Y por supuesto que le quería. Cada vez las cartas entre los dos eran más duras pero sin embargo emocionantes.

Comprábamos cartas cada dos días, era la historia de amor más bonita que habíamos visto nunca, era como una película americana de los 40. La última que leímos, Lilly le decía que iba a ir Oslo la semana siguiente para quedarse a vivir y poder estar con él, que le esperaría en la estación de trenes en el banco rojo al lado del café a las 10 de la mañana el día 21 de abril de 1945.

Esa era la última carta que había en la tienda, preguntamos a los empleados si habían vendido alguna carta de ellos y dijeron que no, que todas las vendidas estaban en noruego.

Cuando ya estábamos a punto de irnos nos dijeron cuidadosamente que algunas cartas las había regalado una tal Lilly Holden a la tienda y que hablaba de que eran cartas de amor que se escribía con un novio que tuvo un verano pero que nunca le volvió a ver. En ese momento no entendimos por qué él no fue a buscarla a la estación ese día y cómo que la carta la tenía ella sin enviar, el hombre nos dijo que puede que sí que la enviara, pero que las cartas en esa época no todas llegaban porque el correo funcionaba mal debido a la falta de personal a causa de la guerra y que todas las cartas que se quedaban en un rincón, al cabo de los años, un hombre las cogía y las vendía a esta tienda.

De repente se nos puso la carne de gallina, ¿Habíamos estado todo el tiempo leyendo una historia de amor que nunca tuvo un final feliz?

¡Nos sentíamos tan culpables por leer esas cartas!... nosotras sabíamos toda la verdad y ellos no.

Solo faltaba una semana para que volviéramos a París, donde vivimos. Decidimos que esta historia de amor no se podía quedar así, que teníamos que hacer algo, y así lo hicimos. Con las direcciones intentamos contactar con esas dos personas pero ya no vivían allí o la casa ya no existía. Entonces decidimos ir a la tienda para ver si Joel, el jefe de la tienda, que ya se había convertido en amigo nuestro, podía darnos la dirección de Lilly, ya que sólo habían pasado 20 años desde que dio esas cartas. Joel nos proporcionó la dirección a pesar de que era ilegal, pero le habíamos contado nuestro plan y le encantó.

Eran las 8 de la tarde, pero no nos importaba llegar tarde a cenar, queríamos encontrar a esa mujer. Cuando llegamos a la calle, buscamos el numero 28. Encontramos la casa y llamamos al timbre. Nos recibió una chica joven, de unos 20 años, era su nieta, Juliett. Le preguntamos por su abuela pero nos dijo que había fallecido el año anterior a causa de un cáncer de hígado. Nos entristecimos al oír la historia de su muerte, y decidimos contarle a su nieta lo de las cartas. Se ilusionó tanto al oír la historia, le encantó la historia de amor de su abuela, y decidió buscar al tal Anton para contarle que su abuela siempre le quiso.

Aún no se cómo conseguimos la dirección de la familia de Anton, pero tras pasar unos cuantos días sin poder dormir de la intriga y los nervios fuimos a su casa. Nos abrió la puerta su nieto Edward que rondaría la edad de Juliett. Edward nos contó que su abuelo estaba en una residencia de ancianos y que padecía un Alzheimer muy fuerte, estaba medio vegetativo.

Esta noticia nos hizo sentir inútiles, no había servido para nada todo lo que habíamos hecho, ¡había sido tan frustrante!…

Cuando llegamos a París intentamos volver a la rutina y no olvidar esa bonita historia.

Ya han pasado 4 años de esa maravillosa experiencia. Os preguntareis por qué vuelvo a recordar todo esto, fácil, porque Juliett y Edward se casarán este verano y nos han invitado a la boda. Lo que estoy escribiendo es para ellos, para que lo guarden como un tesoro, una bonita historia de amor.

La cosa es, ¿Valió la pena que nunca se volvieran a encontrar? yo creo que sí, porque ahora Juliett y Edward se han enamorado, y todo eso gracias a sus abuelos.

Realmente creo que, en cierto modo,  mereció la pena. Estas son las bromas del destino, creo que todo esto estaba preparado, Lilly y Anton no pudieron estar juntos entonces, pero ahora lo estarán de alguna manera.

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